Miguel Martínez denuncia irregularidades en la detención de su esposa, Hilda Natalia Peña, acusada de un robo millonario en el hotel Holiday Inn de Monclova. A pesar de no estar vinculada a proceso, el juez Oscar Cadena ordenó encarcelarla.
Miguel Martínez relató que su familia está viviendo una pesadilla legal. Su esposa, Hilda Natalia Peña Carlos, fue enviada a prisión sin pruebas contundentes y sin siquiera estar vinculada formalmente a proceso. El responsable, señala, es el juez Ócar Cadena, a quien acusa de actuar con severidad y sin sustento jurídico.
La historia comenzó a inicios del mes, cuando un huésped del Holiday Inn en Monclova denunció haber perdido un millón y medio de pesos. Afirmó que dejó una maleta con seis millones y medio en su habitación y notó el faltante solo hasta regresar a su casa. No presentó facturas, ni grabaciones, ni testigos.
La Fiscalía acudió al hotel y presionó a Clarisa, una camarista, acusándola de haber robado. Miguel relató que fue intimidada sin orden judicial. Cuando pidió revisar los videos de seguridad, no hubo respuesta. Más tarde, fue puesta bajo arraigo, a pesar de la falta de pruebas físicas en su contra.
Hilda fue implicada porque entró brevemente a esa habitación para ayudar a su compañera. Miguel explicó que en el hotel las trabajadoras se apoyan para terminar juntas sus labores. Esa entrada de dos minutos fue suficiente para que la acusaran. Aun así, Hilda siguió trabajando y decidió declarar voluntariamente.
El sábado 26 de julio, cuando Miguel llevaba a su esposa al trabajo, una camioneta sin placas ni identificación oficial los interceptó. Agentes sin mostrar credenciales quisieron llevársela por la fuerza. Solo después de ser confrontados, mostraron una orden de aprehensión por robo, también dirigida contra Clarisa.
La audiencia fue virtual. El acusador declaró que el dinero era producto de la venta de terrenos, pero no presentó ninguna prueba que demostrara que llevó la maleta con millones al hotel. Miguel señala que ni el origen ni la existencia del dinero han sido comprobados, y que todo se basa en una simple declaración.
A pesar de esta debilidad en la acusación, el juez Ócar Cadena decidió enviar a Hilda a prisión preventiva. Lo hizo sin que estuviera vinculada a proceso, ignorando que se había presentado voluntariamente y había cooperado en todo momento. Para Miguel, esto representa una injusticia grave y una actuación fuera de toda lógica legal.
“¿Cómo es posible que sin pruebas, sin videos y sin una vinculación formal al caso, se le castigue de esa manera?”, reclama. “Lo único que tiene ese juez es la palabra de una persona que ni siquiera ha demostrado que tenía ese dinero. Es escandaloso y cruel”.
Miguel comparó este caso con una denuncia que él mismo hizo años atrás, cuando le robaron un estéreo. “No me ayudaron porque no tenía el número de serie. Y ahora, este hombre dice que le falta un millón y medio y sí le creen, sin más. ¿Por qué tanta diferencia?”, cuestiona indignado.
Hilda tenía un año trabajando en el hotel. Nunca tuvo faltas, ni reportes. Había devuelto objetos valiosos olvidados por huéspedes. El hotel tiene cámaras, revisiones y políticas estrictas que hacen muy difícil que alguien se lleve algo sin ser detectado. Aun así, el juez decidió ignorar todo eso.
Miguel pide la intervención de autoridades federales. Cree que el proceso ha sido manipulado y que la prisión preventiva fue dictada solo para intimidar. “Esto no es justicia. Esto es un atropello. Y todo por culpa de un juez que no investigó y que solo actuó con mano dura para no verse débil”.
Para él, es necesario que más gente conozca lo que pasa. No solo por Hilda, sino por todas las personas humildes que pueden ser víctimas de decisiones judiciales mal fundamentadas. “Queremos justicia, pero de la buena, la que se basa en hechos, no en suposiciones ni favoritismos”, finalizó.