Durante la homilía dominical, el padre Néstor Martínez recordó que el verdadero propósito de Jesús no es acumular bienes, sino prepararnos para una vida eterna basada en el amor, la entrega y el desapego.
Durante la misa de este domingo, el sacerdote Néstor Martínez invitó a los fieles a reflexionar sobre el valor de la generosidad frente al peligro de la avaricia. Dijo que Jesús no vino a enseñarnos cómo vivir mejor en este mundo, sino a prepararnos para el encuentro definitivo con Dios.
“La avaricia nace desde pequeños, cuando no queremos compartir un juguete o sentimos celos de un nuevo hermano”, explicó. Añadió que este deseo desordenado de poseer más es uno de los más peligrosos, según Santo Tomás de Aquino, junto con la soberbia. Jesús nos llama a liberarnos de ello.
El sacerdote fue claro: al final de nuestra vida no contarán los bienes acumulados, sino cuánto compartimos con los demás. Citó la parábola del hombre que almacenó una gran cosecha y murió esa misma noche, sin poder llevarse nada. “Solo lo que damos con amor deja huella en la eternidad”.
En contraste, destacó la fuerza transformadora de la generosidad. Dijo que no se trata solo de dar cosas, sino de permitir que la generosidad sea parte de nuestra manera de vivir. “Cuando damos con alegría, Dios se encarga de multiplicar nuestras bendiciones”, expresó el sacerdote ante los feligreses.
Compartió también la forma en que los judíos organizan sus finanzas, con una parte destinada a vivir, otra para invertir, otra para ayudar y una más para Dios. “Esa disciplina financiera ha traído prosperidad a muchas comunidades, donde es raro ver pobreza extrema porque todos contribuyen al bien común”.
El sacerdote insistió en que Dios es generoso al 100%, al entregar a su único hijo para salvarnos. “¿Cómo no vamos nosotros a dar un poco de lo que tenemos, si todo viene de Él?”, cuestionó. Dijo que aprender a dar es también una forma de reconocer el amor divino.
Durante la homilía, relató el testimonio de un hombre que migró a Estados Unidos y al llegar a su parroquia recibió 54 sobres numerados para las ofrendas semanales. Al principio lo rechazó, acostumbrado a “dar lo que sobraba” en México. Pero pronto comprendió el valor de ofrendar con intención y gratitud.
Ese cambio de actitud le transformó la vida. Empezó a preparar cada sobre como un acto de fe, agradecido por lo recibido. Con el tiempo, vio mejoras en su economía, nuevos ingresos y mayor organización. “Dios no se deja ganar en generosidad”, afirmó el sacerdote. “Hay que confiar y probarlo”.
Al finalizar la misa, el padre Néstor invitó a los presentes a revisar su relación con el dinero y a vivir con generosidad. “No tengamos miedo de compartir. Nada nos llevaremos de este mundo, pero todo lo que dimos con amor permanecerá”, concluyó.