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El muro que habla por los ex obreros

Suckre pinta el dolor y la despedida de una era acerera

En el Deportivo AHMSA, un muro roto se volvió voz. Iván “Suckre” lo cubrió con un casco azul, un cráneo gris y una siderúrgica envuelta en fuego. No es solo pintura: es un grito congelado que arde en silencio por miles de obreros olvidados.

“Di mi vida a la empresa y ni mi terminación miré”, escribió. La frase sangra sobre el muro como si fuera un epitafio colectivo. Cada trazo es un recuerdo de jornadas interminables, manos curtidas y esperanzas forjadas junto al acero que, hoy, yace oxidado en la memoria de Monclova.

Eligió pintar en un lugar que también agoniza. El Deportivo AHMSA, donde antes las familias reían y descansaban, ahora es un cementerio de metal. Entre gradas oxidadas y juegos rotos, Suckre pintó cinco horas sin permiso, escuchando solo el eco de un pasado que no volverá.

Durante veinte años perfeccionó el aerosol, pero nunca habló tan directo al alma. “El arte debe decir lo que el pueblo calla”, afirma. Este mural no busca gustar: busca doler, remover, dejar claro que aquí hubo una ciudad que se levantaba y dormía al ritmo del acero.

Suckre, ex trabajador de AHMSA, ha dejado huella en las calles con obras virales como el “Lobo de Merco Quemado”. Pero este trabajo es distinto: es su despedida. Antes de emigrar, deja en ese muro su corazón, su rabia y el último latido de una Monclova acerera.

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