La prohibición de redes sociales encendió la chispa de una movilización histórica
Nepal atraviesa una de sus peores crisis sociales en décadas. Todo comenzó cuando el gobierno prohibió 26 plataformas de redes sociales, entre ellas Facebook, Instagram y WhatsApp. Aunque la medida fue revertida rápidamente, la población la interpretó como un acto de censura, desatando un movimiento masivo de indignación.
El descontento fue liderado por jóvenes de la generación Z, quienes vieron en esta prohibición un símbolo del autoritarismo y la falta de libertad. Más allá del bloqueo digital, sus reclamos apuntan a problemas profundos: corrupción, desempleo y una clase política percibida como distante e incapaz de ofrecer soluciones reales.
Las protestas pacíficas pronto se tornaron violentas. Manifestantes incendiaron edificios públicos y casas de políticos, mientras la policía respondió con fuego real. El resultado fue devastador: al menos 19 personas perdieron la vida y cientos resultaron heridas, marcando un antes y un después en la historia reciente de Nepal.
La presión en las calles terminó por derribar al primer ministro K.P. Sharma Oli, quien presentó su renuncia. Sin embargo, la dimisión no calmó los ánimos. El gobierno decretó toque de queda en Katmandú y desplegó soldados para patrullar la capital, generando un ambiente de miedo y tensión.
El caos no tardó en afectar la vida diaria. El aeropuerto de Katmandú fue cerrado y varios vuelos desviados hacia India. Algunas aerolíneas suspendieron sus operaciones, dejando a viajeros varados y evidenciando que la crisis social traspasó los límites políticos para convertirse en un problema nacional con impacto internacional.
Estas protestas se suman a un año de constantes movilizaciones en Nepal. En 2025 ya se habían registrado huelgas, bloqueos y manifestaciones monárquicas con episodios violentos. El actual estallido, sin embargo, expone con mayor fuerza un sentimiento generalizado: la necesidad urgente de cambios profundos en el sistema político y social.












