Acompañada por su esposo, la exempleada hotelera rompe el silencio y narró el doloroso proceso que ha enfrentado tras ser detenida por una acusación que asegura no comprendió
Después de semanas en el penal de Piedras Negras, Hilda Natalia habló por primera vez sobre su situación legal. Lo hizo acompañada de su esposo Miguel Martínez, con la voz entrecortada y las emociones a flor de piel. Agradeció poder volver con sus hijos, lo más importante para ella en todo este proceso.
La señora Hilda enfrenta una acusación junto con una compañera de trabajo. Dice que aún le cuesta entender lo que está viviendo. Asegura que nunca ha hecho daño a nadie y que todo le parece una injusticia. Cada día en prisión fue un golpe emocional que aún no termina de asimilar.
Gracias a un amparo, su medida cautelar cambió. Ahora lleva un brazalete electrónico y tiene permitido permanecer en Monclova, siempre que no se acerque al hotel, al denunciante ni a su familia. Aunque con restricciones, este cambio le permitió volver a casa, abrazar a sus hijos y recuperar algo de paz.
La experiencia en prisión fue dura. Estuvo encerrada en un cuarto sin ventanas ni ventilación junto a más de diez mujeres. Solo le permitían caminar una hora al día. No había agua corriente y se bañaba con un bote de diez litros. Salió del penal afectada física y emocionalmente.
Su salud está resentida. Bajó de peso, perdió el apetito y su ánimo ha estado por los suelos. El impacto también golpeó fuerte a sus hijos, quienes constantemente preguntaban por ella. “Verlos de nuevo es lo único que me sostiene”, expresó mientras se abrazaba a su esposo en la entrevista.
Hilda no conoce a la persona que la acusa. Afirma que nunca tuvo contacto con quien la acusa. Recuerda haber entrado brevemente a una habitación, por no más de 30 segundos. Dice que ya estaba vacía. Insiste en que jamás robó nada, y no entiende por qué la señalaron sin pruebas.
Agradeció el apoyo de la gente. Personas que ni siquiera la conocían salieron a marchar y pidieron justicia. Dice que la solidaridad de Monclova y Frontera fue clave para que hoy esté en casa. También reconoce el esfuerzo de sus abogados y del señor Poncho Almaraz, quien prometió ayudarla.
Su antiguo empleador, Jorge Kalionchiz, le sigue pagando su sueldo. Ella llevaba un año trabajando en el hotel. Aunque ya no puede regresar a ese sitio, reconoce que ha recibido apoyo de su parte. Aun así, Hilda espera con ansias la próxima audiencia que podría absolverla definitivamente.
El proceso continúa. La siguiente audiencia será dentro de cuatro meses. Mientras tanto, su vida transcurre entre restricciones, revisión médica pendiente y abrazos con sus hijos. “No sé por qué me pasó esto si no hice nada”, dice. Lo único que desea es justicia… y un poco de paz.