La presidenta de México respaldó la sentencia absolutoria dictada por una jueza federal, reconociendo el caso como un ejemplo de tortura, violaciones al debido proceso y manipulación mediática.
Después de pasar casi dos décadas en prisión sin sentencia, Israel Vallarta Cisneros fue finalmente absuelto por un tribunal federal. La decisión fue celebrada por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien subrayó la gravedad de las violaciones cometidas en su contra y recordó: “No hay que olvidar el montaje de Loret”.
Durante los años de encierro, Israel denunció tortura física y psicológica, además de enfrentar un proceso plagado de irregularidades legales. Pese a no haber sido sentenciado, permaneció preso casi veinte años. Sufrió afectaciones de salud graves como artrosis y lesiones en la columna, mientras enfrentaba la indiferencia de un sistema que se negaba a reconocer su inocencia.
La jueza Mariana Vieyra Valdez fue quien finalmente resolvió absolverlo, argumentando que no había pruebas suficientes para mantener los cargos en su contra. La presidenta Sheinbaum resaltó que el gobierno federal no fue ajeno al caso y que intervino a través de la Secretaría de Gobernación para velar por los derechos humanos del acusado.
Este episodio ha reabierto el debate sobre los abusos de la prisión preventiva, el papel de los medios en la fabricación de culpables y la responsabilidad del Estado en los casos de tortura. “Es un ejemplo de lo que no debe repetirse”, dijo Sheinbaum. “Una justicia sin verdad no es justicia”.
