El regreso de Julio César Chávez Jr. a México se concretó bajo un fuerte operativo de seguridad. El hijo de la leyenda del boxeo fue trasladado directamente al penal de Hermosillo, donde las autoridades lo recibieron para iniciar el proceso legal que lo mantendrá tras las rejas.
Su llegada estuvo marcada por el hermetismo y la tensión, pues desde hace meses se hablaba de su inminente deportación desde Estados Unidos. Las patrullas y camionetas blindadas que lo escoltaron reflejaron la gravedad de los cargos que enfrenta y el alto perfil del personaje.
Chávez Jr. había sido detenido en Los Ángeles por violaciones migratorias y, a partir de ese momento, se destapó un historial de acusaciones que lo ligaban a delitos mucho más serios en México. Su traslado al penal sonorense confirma que no habrá excepciones ni privilegios en su caso.
En medio de la expectación pública, su nombre genera sentimientos encontrados. Para algunos, se trata de un hombre que desperdició oportunidades únicas; para otros, de alguien que debe rendir cuentas como cualquier ciudadano. Lo cierto es que ahora enfrenta un panorama incierto, marcado por juicios y la sombra de su propio pasado.
