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La fe de Monclova, clave para levantarse de la crisis: Diácono

Octavio Carranza llama a dejar la nostalgia y activar una fe que impulse la acción y la resiliencia

Durante la homilía dominical en la parroquia de Santiago Apóstol, el diácono permanente Octavio Carranza recordó a cientos de feligreses que la fe de la ciudad es un factor determinante para salir adelante de la crisis, advirtiendo que añorar tiempos pasados y esperar soluciones sin actuar impide la recuperación.

El mensaje señaló que Monclova atraviesa una tribulación marcada por la nostalgia de una bonanza económica que ya no existe. Hay quienes mantienen la ilusión de que “todo volverá a ser como antes”, sin aceptar que ni las ciudades, ni las familias, ni las personas vuelven a ser iguales.

Carranza cuestionó que parte de la fe local se sustente en el miedo a castigos divinos o en la expectativa de beneficios materiales, mientras otros adoptan una fe pasiva, esperando que Dios resuelva todo. Incluso, persiste la añoranza por “dinero mal gastado” y despilfarros del pasado.

Para cambiar esa realidad, explicó que una fe real y verdadera no se quiebra ante la tempestad, sino que se mantiene firme, impulsa a la familia y fortalece la resiliencia. Quien entiende que la vida no será igual, se “pone las pilas” y busca nuevas formas de salir adelante.

El diácono llamó a cimentar la fe en una relación de amor con Dios, reconociendo las propias miserias para que aparezcan la misericordia, la luz y la gracia. Recordó que no se debe esperar todo de Dios sin esfuerzo personal: “tenemos que nosotros hacer algo para que Él actúe”.

Citó el ejemplo de San Lorenzo Mártir, quien presentó a los pobres como la verdadera riqueza de la iglesia, dispuesto a ser compartido hasta el martirio. Así, invitó a que en medio de la crisis, lo mínimo que se le dé a Dios sea estar dispuestos a compartirnos.

Concluyó que una fe anclada en la nostalgia, el miedo o la pasividad bloquea la recuperación. En cambio, una fe activa, centrada en el amor y el servicio, capaz de mover a la acción y la unidad comunitaria, puede dejar a la ciudad en mejores condiciones, con el corazón puesto en el encuentro con el Señor.

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